Al despertar, el olor dulzón a ron mezclado con tabaco le anuncia que ella está cerca. Simula estar dormido, pero no puede engañarla: es su madre.
—Hola rata —Así es como le gusta llamar a su hijo.
Se incorpora. Ella está sentada en la mecedora junto a la cama. Con suaves movimientos bajo las frazadas se va alejando de ella, acercándose poco a poco al borde opuesto. Busca separarse a más de un brazo de distancia. Ella lo sabe.
—Te vas a caer, ven con tu mami. —Los balbuceos no esconden la contradicción entre sus palabras y el tono hostil en el que las formula.
Obedece y se acerca. Sabe que, de no hacerlo, las consecuencias pueden ser peores. (más…)