La sonrisa escondida

Mona Lisa 10Detrás, el paisaje con el lago y las montañas poseía una gran belleza, sin embargo, apenas perduraba como un recuerdo difuso, neblinoso. Ella prefería mirar al frente. Cada día, sus cansados pero ávidos ojos se deleitaban con las más hermosas obras: retratos de vivos gestos llenos de expectación, curiosidad o tristeza; perfectas danzas de cuerpos y miradas disfrazadas de sutil imperfección; poderosas notas al aire de una discusión disimulada o la suave melodía de unas palabras de amor susurradas al oído.

Pese a que no siempre discernía por completo el significado de lo que observaba, sentía que aquellos enigmas, formaban parte de su propio misterio.

Todas las noches se apagaban las luces y Lisa esperaba, inmóvil, en aquella pared imaginando las maravillas que disfrutaría al día siguiente. Cada mañana, cuando las luces se encendían, apretaba con decoro los labios intentando ocultar una sonrisa de curiosidad.

Andoni Abenójar

18 comentarios

  1. Mira tú que, por una vez, alguien le ha quitado el exceso de de sobriedad a la susodicha sonrisa, y la ha hecho más humana, porque, ¿qué hay más humano que la curiosidad? Ya sólo por eso te lo agradezco, y seguro que ella te lo agradece mucho más. Muy buen relato. Saludos.

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