El volumen de la banda sonora aumenta y el abrazo se rompe. Él la observa, inmóvil, mientras se aleja calle arriba asolada por las sombras del fundido en negro. Los títulos de crédito escalan la pantalla, lánguidos, como si no quisieran perderse en el borde superior. En la sala, las bocas selladas anuncian ojos vidriosos.
Lidia, sin embargo, parece desconcertada. A su lado, el chico que había conocido la noche anterior permanece atento.
—¿Lo ves? Ahí estoy —señala con el dedo las minúsculas letras.
Ella lee la frase:
“Nuestro agradecimiento al pueblo de Cangas de Morrazo y en especial a Pablo, el camarero del restaurante Anuska, por su paciencia y los menús improvisados a deshoras”.
—Te lo dije —susurra ufano—. Salgo en la peli.
Las luces se encienden iluminando muchas caras largas y dos grandes sonrisas.
Andoni Abenójar
Mucho más que salir… Ha sido el sustento de la película.
Besos.
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Un artífice en la sombra 😉
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Me gusta tanto cómo escribes que decidí nominarte a este premio http://girlwithfairytattoo.blogspot.com/2016/03/premio-blogger-house.html
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Muchas gracias Kéllyta! 🙂
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Guauu…
Un fuerte aplauso.
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Gracias, como siempre, por dejarte caer por aquí, Sergio.
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Me ha encantado, es un relato genial. Enhorabuena ; )
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Una vez más, muchas gracias por tus comentarios y por pasarte por La caricia del gato negro. 🙂
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Felicidades Andoni, mucho contado en tan pocas palabras. Digno de adaptarse
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Gracias Dani. Me alegra que le veas potencial a este micro.
Bienvenido a La caricia del gato negro!
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